LA NECESIDAD DE LA PUREZA MORAL by Johnny Ramsey
Los ingredientes para una moralidad genuina envuelve más que simplemente el abstenerse de contemplar la sensualidad. Las “obras de la carne” incluyen celos, iras, contiendas (Gálatas 5:19-21; Colosenses 3:5-8). Sin embargo, asuntos tales como concupiscencia, homicidio, adulterio y robar son también pecados contra Dios, los demás y uno mismo.
COMPROMETIENDO EN LA MORAL MODERNA
Tenemos una tendencia en nuestros días de enfatizar la benevolencia social y la amabilidad en la sociedad secular a tal grado que muchos llegan a la conclusión de que hay que dejar que todo mundo “haga lo suyo,” todo y cuando sea sincero y que sea “un buen muchacho.” De hecho, aun en al iglesia, tenemos muchos miembros que con rapidez claman, “no juzguéis para que no seáis juzgados,” cuando se trata de reprender el pecado de algún miembro ya sea desde el pulpito o en la clase Bíblica.
Es una terrible tragedia el llegar hasta el punto de ser suaves y de comprometer en cuanto a la maldad que batalla contra el Dios del cielo. Muy a menudo vemos como la gente quienes profesan ser Cristianos no tienen conciencia o vergüenza concerniente a cosas tales como la inmodestia, la bebida social, lenguaje inapropiado y entretenimiento ilícito. ¿Cómo es que usted y yo podemos practicar la pureza moral cuando nos entregamos a las prácticas ilícitas de nuestra mente y ojos leyendo literatura inapropiada, programas de televisión donde el pecado se promueve y la inmoralidad que muchas veces se presenta en la industria de la televisión?
AMONESTACIONES BENEFICIOSAS
La Biblia todavía nos exhorta a “llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5). Filipenses 4:8 es un pasaje que cada Cristiano debe conocer y aplicar a su vida:
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
Segunda de Corintios 7:1 conscientemente nos recuerda, “amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” Note lo que dijo el escritor Shakespeare en cuanto al poder de la conciencia: “Oh, conciencia cobarde, ahora tu me afliges.” El apóstol Pablo enfatizó lo siguiente, “Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres” (Hechos 24:16).
Isaac Walton con sabiduría recordó a la humanidad que la buena salud y una conciencia limpia son dos grandes bendiciones de la vida. Creo que muchos predicadores y ancianos han condescendido a hermanos débiles al fallar en enseñarles acerca de la pureza moral, y haciendo esto han acomodado conciencias que ya “están cauterizadas” (1 Timoteo 4:2).
LA PUREZA MORAL POSEE UN ALTO MORAL
En términos de aclamación popular, es cierto que la pureza moral tiene un precio muy alto. Estaríamos fallando en decir la verdad si dejamos la impresión de que el cristianismo no requiere un costo de nosotros. También seria una mentira argumentar que el pecado no se presenta como algo agradable a los ojos. ¿No dice Hebreos 11:25 que el pecado tiene “placeres”? Satanás no es tonto. Él sabe como disfrazar el pecado con ropas que llaman la atención. Lea la descripción de la ramera de Apocalipsis 17 donde se presenta adornada de oro de piedras preciosas y de perlas. Sin embargo, después de que el encanto y el prestigio de la pompa mundana se ha desvanecido (Santiago 5:1-3), la gloria original del Cristianismo no solamente dura pero también magnifica las recompensas que se encuentran en la mano inmutable de Dios. ¡Alabanza sea dada a Dios por la preciosa paz que el Evangelio trae! (Filipenses 4:6-7).
Jesús deja muy en claro en Marcos 7 que el mal proviene de dentro del hombre. Cuando él y sus discípulos fueron acusados de comer alimentos con manos inmundas, él dijo:
Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre [Marcos 7:8, 15).
A menos que purifiquemos nuestros pensamientos, actitudes y motivos, nunca recibiremos los ricos dividendos de la pureza moral. El apóstol Pedro nos exhorta a que “desechemos, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, deseando, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada” (1 Pedro 2:1-2).
CONCLUSIÓN
Luchar por la pureza espiritual hará que muchos se aparten de nosotros. Cuando Noé condenó al mundo (Génesis 11:7) él no fue el hombre más popular del pueblo. Algunas veces, conocemos de jóvenes quienes viven sus vidas con un énfasis espiritual y quienes tienen una convicción firme en cuanto a la moral que la que tienen sus padres. El enfatizar la justicia por Cristianos piadosos muchas veces causará fricción con otros, aun nuestros hermanos. He conocido padres quienes animan a sus hijos a vestirse de una manera inmodesta, ha asistir a los bailes, la bebida alcohólica y películas ilícitas todo por que sus hijos sean los más famosos y sofisticados y “maduros.” Debemos estar profundamente endeudados con aquellos jóvenes adultos quienes tienen la dedicación y la sabiduría que aquellos padres lamentablemente no la muestran en sus vidas hacia las cosas divinas. Cada hijo de Dios debe seguir la voluntad de Dios para “conservarse puro” (1 Timoteo 5:22).
Escrito por Johnny Ramsey
Traducción al español por Willie Alvarenga
The Restorer
May/June 1996
Usado con permiso por el editor Gary Workman